martes, 10 de noviembre de 2009

Mis mil vocaciones


Ayer me acordé de la época en que quise ser pastelera. Hará cosa de unos cinco años me apunté a un taller de repostería y ahí encontré mi vocación. Panellets, brazos de gitano, flanes, magdalenas esponjosas grandes y pequeñas, torteles de fruta…nada se me resistía. Mi casa olía siempre a vainilla, hablé con pasteleros profesionales que me aconsejaron y me compré todo tipo de herramientas para llevar a cabo mi recién descubierta vocación. Tanto empeño le puse y tanta fue la energía que gasté, que pronto mis pasteles no tuvieron nada que envidiarle a los profesionales.
Un día, sin más, dejé de hacerlos. No podría decir cuándo ni porqué, pero perdí el interés. Primero empecé a espaciar la producción limitándola a un pastel dominical que llevaba a casa de mis padres, después lo dejé tan solo para las ocasiones especiales, y más tarde ni eso. Mi padre aun recuerda con añoranza aquella etapa de mi vida.
En realidad no es que mi energía se agotara, es que se transformó. La danza oriental fue la responsable. Inicié un curso de danza del vientre, y ya en la primera clase supe que yo había nacido para bailar. Se me daba estupendamente, mi flexibilidad me ayudaba a mover las caderas y descubrí que existían movimientos que de entrada parecían imposibles: los camellos, los infinitos, pronto ningún paso de la danza oriental me fue ajeno. Ensayaba todas las tardes, llenaba el comedor de velas e incienso, y al sensual ritmo de habibis de los CD’s que me bajé de Internet, desarrollé mi gran pasión. Estuve en Turquía y me compré pañuelos con monedas de todos los colores, miré escuelas en Barcelona donde formarme con las mejores profesoras recién aterrizadas de Egipto.
Un día como otro, se me quitaron las ganas. Sí, me sigue gustando bailar, es verdad que lo sigo haciendo, pero ya no ensayo nunca en casa, ni la danza oriental es mi vida.
En otra época me dio por la guitarra, pero aquí tengo que reconocer que si desistí no fue porque un día como otro me cansara. No. Aquí reconozco que si no seguí es porque realmente se me daba mal. Con mucho esfuerzo aprendí a tocar la bamba, y se acabó, ese fue todo el éxito que alcancé en mi etapa guitarrera, y eso que también le puse ganas e interés.
Me entra la risa cuando pienso en todas las cosas que he pensado que podría hacer, como cuando me dio por esculpir figuras con barro. Esculpí con mis manitas todos los animales que puede haber en una granja: un cerdo, un caballo, una oveja, una cabra, un perro… y después se los regalé a mi familia, que un poco desconcertados con mi iniciativa, aceptaron mis obras de arte con una sonrisilla que no supe cómo interpretar. Yo me quedé con un cerdo que parecía un perro salchicha al que llamé Floncho, y en una mudanza lo perdí o me lo perdieron, no sé. Pobre Floncho.
En fin, que no es de extrañar que al principio muchos pensaran que esto de la escritura era un nuevo pasatiempo temporal. Algo en lo que empezaría con mucha fuerza para después deshincharme. Insistí en que no, en que yo siempre había escrito aunque sólo fuera para mí. Insistí en que era lo único que se había mantenido constante a lo largo de los años, pero nadie me creyó. Ahora me toca demostrarlo y en eso estoy. Porque esta vez sí estoy segura. Ésta sí es mi verdadera y única y realizante y maravillosa vocación.

9 comentarios:

Morel dijo...

yo llevo casi un año con el saxo....sea lo que sea vale la pena mantener la curiosidad por las cosas nuevas..en todo caso creo que tienes cancha con la escritura, no?

milagros dijo...

Está bien ser una persona con inquietudes, el único inconveniente es que lo dejes a medias. Tampoco estaría mal que hicieses unos buenos pasteles, nos bailaras una danza del vientre, nos tocaras algo de guitarra y todo eso acompañado de una buena escritura. ¿Por qué no?

Máximo Cano dijo...

Estoy con Milagros, pienso que una combinación de pasteles, con danza y escritura sería perfecto. Ánimo y a continuar con ello y con las novedades que se te ocurran. Si las compartes, todos saldremos ganando.

Unknown dijo...

Pues, a seguir... que ya sabes lo complicado que es y cuánto exige este oficio.

María José Moreno dijo...

Estoy segura de que esta es tu vocacion y lo haces muy bien, porque me has enganchado a tu relato, deseando saber que cosas has querido ser.
Enhorabuena.
Besos

Metrópolis dijo...

"El apego desesperado al Yo, el desesperado no querer morir, es el camino más seguro para la muerte eterna, en tanto que saber morir, rasgar el velo del arcano, ir buscando eternamente mutaciones al Yo, conduce a la inmortalidad" - Hermann Hesse -

En base a esta, mi filosofia de vida, el vivir es una constante búsqueda de nuestra propia personalidad, y esto no solo implica el carácter, si no lo que nos hace realmente felices y nos llena, que sí somos complementados en distintas etapas del proceso mismo, y al poco tiempo nos vaciamos para ser rellenados con otra esencia, ¿qué importa? lo único que importa es ser un@ mism@ y ser felices con lo que decidimos ser.

Saludos!

rosa dijo...

Ja,ja,ja perdona que me ría pero mientras iba leyendo, me veía reflejada sin remedio, ja,ja,ja yo también he ido como tú de flor en flor, pero eso sí, poniendo pasión en todo lo que se inicia ¿verdad? lástima que el tiempo logra inesperadamente desvanecer esa clara necesidad pero bueno así es la vida, hay que probar todo lo que nos llame la atención...
Sigue así, a eso le llamo creatividad
Besos
Rosa.-

Sonia dijo...

Gracias a todos por vuestros comentarios.
Máximo y Milagros, algún día os prepararé un buen pastel, que no se diga.

Morel, entre correr por la mañana, el trabajo, la familia, la escritura y el saxo, descansarás bien por las noches, eh?

Rosa, sí, es verdad, jajajaja, a cada actividad que inicio le pongo toda mi pasión, mi empeño y mis ganas, y bueno... a veces el tiempo se encarga de cambiar los objetivos en los que centrar mi esfuerzo, pero yo sigo ahí, probando sin desaliento, jajaja

Metropolis, me gusta mucho Hermann Hesse y comparto tu filosofía de vida.

M José e Ignasi, muchísimas gracias por vuestros ánimos, seguiré escribiendo.

G* dijo...

Yo también me he casado con la que considero mi auténtica vocación: escribir. Pero llevo una trayectoria de "sí-pero-no" muy parecida a la tuya con la cocina, el yoga, el aqua gym, la pintura y sí, la danza oriental... Eso sí, te cuento una cosa, a raíz de tener el norte fijo en escribir, ha resurgido el interés por algunas de estas pasiones abandonadas.

Me he apuntado a clases de nuevo y la semana que viene empiezo la danza oriental otra vez. A ver cuánto duramos esta vez ;)

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