miércoles, 25 de agosto de 2010

Necesito un grabador



Últimamente escribo mucho. Varios cuentos, varios capítulos de mi novela, numerosos post sobre anécdotas que me han ocurrido este verano….escribo sin parar. Por desgracia, y porque siempre tiene que haber algún pequeño detalle que agüe la fiesta, de nada de lo escrito queda constancia. Es porque escribo con el pensamiento.
¿Se puede escribir con el pensamiento? Si tomamos la palabra escribir al pie de la letra, pues no, evidentemente no se puede. Si empezamos ahora a ponernos puntillosos, sería más correcto decir que pienso que escribo, vale. Pero es que no por pensar que escribo me tomo menos molestias que si escribiera de verdad. No hablo de tener ideas en abstracto, hablo de redactarlas en concreto, mentalmente. De seleccionar las palabras justas, de hacer que juntas suenen bien. Así soy capaz de escribir frases, párrafos, páginas, incluso cuentos enteros. Si no transcribo estos pensamientos al papel en el momento en que llegan, es porque todo ese frenesí narrativo me sobreviene de noche, cuando ya estoy en la cama. Durante algunos minutos me debato entre levantarme o no. Me frena el miedo de que al encender la luz toda la magia desaparezca, como un gato callejero al que se le hace un gesto brusco. Así que opto por escribir en mi mente hasta quedarme dormida, con la firme intención de acordarme al día siguiente y de plasmarlo todo en un papel. A veces lo hago y el resultado es siempre decepcionante. Las frases que la noche anterior eran profundas y especiales, se transforman por la mañana en estériles y huecas, carentes de ingenio, completamente distintas.
Es por eso que creo que necesito con urgencia un grabador de pensamientos. No me importa si es de segunda mano, ni si viene lleno ya de pensamientos, prometo no leerlos. ¿Alguien me lo vende?