Últimamente vivo en una terrible paradoja: quisiera estirar el tiempo para poder hacer más cosas, y sé que la única forma posible de estirar el tiempo, es dejar de hacerlas.
Toda esta digresión viene a cuento porque hoy es mi cumpleaños. Me encantaría ser de esa clase de personas (si es que existen), que llevan estupendamente el hecho de cumplir años. A mí me sienta fatal pasar de un día para otro a tener un año más. Hace exactamente un año y un día, tenía 30, y ahora tengo 32. Pues me sienta mal, que queréis que os diga, me sienta mal.
Ahora vendría el consuelo de la gente mayor que yo, tipo: “quien los pillara, si eres una cría” y de la gente menor que yo, tipo: “pues no los aparentas”. Y ambas versiones de consuelo me hacen mucho bien. Así que no os cortéis, por favor, adelante, adelante...
Y en cuanto al título del blog, de momento se queda como está. Aún puedo estirar lo de la treintañera reciente por lo menos un año más. A fin de cuentas, sigo estando más cerca de los 30 que de los 35.