viernes, 10 de julio de 2009

Consulta sexológica


Esto tenía que compartirlo. Estoy ayudando a mi hermana a montar su página web del gabinete que se ha montado hace poco de psicología, y llevo un par de días empapándome de páginas web de la materia. En una de ellas, he encontrado este material que no tiene desperdicio. Yo por lo menos me he reído a carcajada limpia. Se trata de una sección donde la gente plantea cuestiones a una sexóloga. Este es el caso:


El asunto es el siguiente y le pido que me perdone pues no se por donde empezar. Hace dos años conocí a una mujer, y ese mismo día me acosté con ella, era la primera vez para mi y lo que me hizo me enloqueció. Al descalzarme me empezó a lamer las plantas y los dedos de los pies sudados y llenos de olor, a mi me excitó mucho porque ella me dijo que el que le sudasen u oliesen los pies a un hombre le encantaba porque lo encontraba muy varonil y macho. Desde entonces nos pusimos a vivir juntos y hacemos el amor locamente porque ella dice que a nadie le huelen los pies como a mi.Yo trabajo en hostelería y ando todo el día de un lado para otro y llego a casa a las tres de la madrugada, ella me espera despierta para lamerme los pies, a mi me relaja y me satisface muchísimo, sexualmente nos entendemos muy bien y yo procuro cuidar de sus gustos, utilizando calzado cerrado y calcetines de nailon para que me suden bien los pies.Aunque parezca increíble yo era un hombre feliz hasta que vino a vivir a mi casa un pariente que necesita abrirse camino en la capital. Una noche en la cama me dijo de forma brusca que si mi pariente no me había contado nada. Yo le dije que no pero me mosquee y a la mañana siguiente me fui hacia él y le pregunte que tenía con mi mujer.El me contesto que nada, pero me contó que una tarde que estaba echado la siesta, ella entró en su habitación y la sorprendió oliendo sus calcetines sudados, y se ofreció a lamerle los pies a él también. El que es un gilipollas o un listo y al que le sudan y huelen los pies tremendamente, se dejó lamer los pies, me dijo que solo habían hecho eso, pero yo lo estoy viviendo como una traición.Creo que se me ha convertido en una obsesión y que si hubieran pegado un polvo solo, no me hubiera dolido tanto. Ella dice que es una bobada y que no tiene importancia pero a mi me comen los celos y pienso que si se vuelve a encontrar a otro que huela peor que yo se irá con él. Lo cierto es que ahora sé que no puedo vivir sin ella.


Jorge.- Tarragona.


-El olor sexual forma parte de los códigos de comunicación de toda la Naturaleza, de él se valen animales y plantas para atraer a sus compañeros sexuales. Este olor esta compuesto de bisulfito de metilo y aceites esenciales y es exudado por unas glándulas que, en los seres humanos se encuentran en la boca, los genitales, las manos y los pies. Desgraciadamente los “civilizados” hemos ido perdiendo la capacidad de reaccionar ante estas hormonas llamadas feromonas; pero algunas personas, como tú compañera, todavía conservan esta propiedad. No me extraña que te sintieras tan dolorido por lo que ella hizo ya que lo has vivido como una traición, pero no te lo tomes tan a la tremenda, un pequeño desliz lo tiene cualquiera y estoy segura que si ella está contigo no es solo por tu olor sino por muchas otras cosas que seguramente os unen. Perdonar y olvidar son las palabras más importantes dentro de una buena relación de pareja.


¿Verdad o mentira? Da igual, me ha hecho reír un buen rato, que es lo principal. Y es que lo de que el tipo procura darle gusto a su mujer poniéndose calcetines de nailon para ir a trabajar, es brutal, jajajajaja.

jueves, 9 de julio de 2009

Escribir empezando por el final



Ayer me compré el libro de Enrique Páez “Escribir: manual de técnicas narrativas”.
Qué maravilla de libro. El caso es que llegué al capítulo en el que se recomienda escribir empezando por el final, es decir, sabiendo ya de antemano cómo va a terminar la historia que se pretende contar. Es un tema que ya se había tocado en clase, básico y fundamental dentro de las técnicas narrativas, utilizado por Poe y por la gran mayoría de grandes cuentistas.
Por más que estoy segura de que es una técnica muy útil, me temo que no para mí.
Soy incapaz de saber cómo va a terminar una historia nada más empezarla. Aunque lo intentara, no podría. Porque yo cuando disfruto realmente es escribiendo sin saber qué va a pasar. Hay días en que escribo del tirón, me siento y vomito una historia, las palabras llegan casi solas y no necesito apenas pensar, suelen ser además los relatos que más me gustan. Por desgracia no siempre me pasa así, pero lo que sí que no me pasa nunca es que sepa ya el final de antemano. Me gusta que la historia se vaya escribiendo a si misma, que los personajes vayan cambiando, las situaciones también, y una cosa lleve a la otra. Muchas veces encuentro que he terminado el relato sin darme ni cuenta. Otras veces, cuando el conflicto es muy raro, o la historia tan extraña que no tiene una solución natural, y me atranco, disfruto muchísimo también pensando en qué solución darle, comentando con la gente, buscando ideas. Es como una adivinanza que me propongo a mí misma, y durante varios días, pienso y repienso, a ver cómo lo puedo terminar de una forma medianamente decente. Ese placer no lo tendría, si ya de antemano supiera qué fin darle a la historia.
Así que nada, éste es uno de los pocos consejos que no he aprovechado, ni del curso de escritura, ni del maravilloso libro de Enrique Páez, que si no tenéis os recomiendo. Supongo que cada cual debe encontrar su propia manera de escribir, y lo que sirve a unos, a otros no sirve de nada.
¿Qué opináis vosotros? ¿Cómo escribís? ¿Os sale del tirón? ¿Os lleva días? ¿Pensáis mucho antes de poneros a escribir? ¿Escribís ya sabiendo el final, o vais sobre la marcha como yo?

miércoles, 1 de julio de 2009

Hoy voy a matar al crítico


Soy una persona obstinada. De las que cuando quieren algo, nunca se rinden, hasta alcanzar el objetivo, o hasta cambiar de objetivo, una de dos. Da igual lo negro que se ponga el horizonte. Yo persevero en una cosa u otra. Desde hace poco, me he propuesto escribir algo cada día, sin que pase uno.
Y aquí estoy, escribiendo con más empeño que acierto, cuatro historias a la vez. Cuatro historias en paralelo. Me aburro de una y sigo con otra. Dos párrafos más tarde, el crítico que llevo dentro, que se ha levantado hoy de muy mala leche, lee lo escrito, y me obliga a cambiar de nuevo, casi con rabia, a ver si en otra historia estoy más fina. 5 minutos más tarde, vuelvo a cambiar. Con tanta rotación, vuelvo a la historia con la que empecé. Pero si no estaba tan mal, si es amena, no aburre, la idea es hasta original. Venga, sigue. Y sigo. Dos párrafos más tarde, vuelvo a leerlo todo. Vaya porquería. Venga, cambia de historia. ¡No! ¡De narrador! Y cambio, y borro la mitad de lo escrito antes, y sigo escribiendo basura, y borrando basura, y cortando y pegando, y recomponiendo pedazos, y buscando palabras que signifiquen algo, y desordenando para después volver a ordenar. Y cambiando de historia. Y siguiendo los dictados de este maldito tirano que es el crítico que llevo dentro.
Así que hoy, por más que me obstine, me temo que nada de lo que escriba merecerá la pena.
¿Acaso lo merece alguna vez? Me pregunta el desgraciado, sonriéndose con sarcasmo.