Cuando finalmente, después de un largo y tortuoso camino, uno aterriza en un pequeño y meridional pueblo italiano situado en lo alto de una montaña amarilla, uno no tarda en percibir en el aire un aroma peculiar. Hay quién dice que es a romero, otros que a orégano, a albahaca o a guindilla secándose al sol, y para la gran mayoría se trata tan solo de polvo y flor de calabacín rebozada. Hoy sé que ninguna de estas respuestas se acerca a la realidad. Hoy, por fin, después de siete veranos con sus siete respectivos inviernos, soy capaz de afirmar que he descubierto cuál es el aroma que embriaga cada rincón de este pequeño pueblo italiano. Este pueblo huele a sueño.
No a un sueño cualquiera. Huele a sueño denso, de los que pueden cortarse con un cuchillo afilado por el hombre de la motocicleta. Huele a sueños que uno no sabría precisar si en algún momento fueron realidades o tan solo deseos. Huele a siesta de 3 horas con despertar confuso incluido.
Esas pequeñas y transparentes partículas narcóticas que invaden el ambiente, como un ritual, hacen estornudar al recién llegado más de cien veces seguidas. Y es que se necesita de un periodo de adaptación al ambiente onírico que reina en sus calles, que es directamente proporcional al grado de estrés y realidad que uno padezca en su vida cotidiana.
Aquí no hay prisa para nada porque a modo de regalo de bienvenida, las horas deciden por si solas multiplicarse por cuatro. El tiempo deja de ser un verdugo para convertirse en uno más que juega a las cartas. El repicar de las campanas de la iglesia, el arrullo de las palomas e incluso el griterío de las vecinas son el hilo musical imprescindible que transporta a la parte más profunda e inconsciente de uno mismo. Es un mundo en el que la vida huele siempre a pasta al forno y a cebolla dorándose al fuego. Es un mundo en el que, mientras el aroma a limoncello te embriaga, los deseos se fragmentan y se transforman en futuros proyectos reales.
En este pueblo, las brujas se comen las manos de los niños en castillos inventados. Y los espíritus conviven en armonía con las estampas del padre Pio y del irascible Santo Antonio, capaz de derrumbar el pueblo entero de un terremoto si se le interrumpe el reposo dentro de la capilla de Santa Maria della Croce.
Los peces del rio de este pueblo tienen más de dos cabezas, y a la mayoría de las mujeres enlutadas les faltan más de dos dientes.
Éste es el mundo que se vive en este pequeño y meridional pueblo italiano situado en lo alto de una montaña amarilla cuyo nombre es Polla. Nombre -para mí como española- curioso y chocante donde los haya, que proviene de Insteia Pollae, la consentida e imagino que insomne hija de un cónsul Romano, que allá por el siglo IV a. C. se hizo regalar una montaña amarilla que olía a sueño, con el único propósito de pasar durmiendo en ella sus veranos.
No a un sueño cualquiera. Huele a sueño denso, de los que pueden cortarse con un cuchillo afilado por el hombre de la motocicleta. Huele a sueños que uno no sabría precisar si en algún momento fueron realidades o tan solo deseos. Huele a siesta de 3 horas con despertar confuso incluido.
Esas pequeñas y transparentes partículas narcóticas que invaden el ambiente, como un ritual, hacen estornudar al recién llegado más de cien veces seguidas. Y es que se necesita de un periodo de adaptación al ambiente onírico que reina en sus calles, que es directamente proporcional al grado de estrés y realidad que uno padezca en su vida cotidiana.
Aquí no hay prisa para nada porque a modo de regalo de bienvenida, las horas deciden por si solas multiplicarse por cuatro. El tiempo deja de ser un verdugo para convertirse en uno más que juega a las cartas. El repicar de las campanas de la iglesia, el arrullo de las palomas e incluso el griterío de las vecinas son el hilo musical imprescindible que transporta a la parte más profunda e inconsciente de uno mismo. Es un mundo en el que la vida huele siempre a pasta al forno y a cebolla dorándose al fuego. Es un mundo en el que, mientras el aroma a limoncello te embriaga, los deseos se fragmentan y se transforman en futuros proyectos reales.
En este pueblo, las brujas se comen las manos de los niños en castillos inventados. Y los espíritus conviven en armonía con las estampas del padre Pio y del irascible Santo Antonio, capaz de derrumbar el pueblo entero de un terremoto si se le interrumpe el reposo dentro de la capilla de Santa Maria della Croce.
Los peces del rio de este pueblo tienen más de dos cabezas, y a la mayoría de las mujeres enlutadas les faltan más de dos dientes.
Éste es el mundo que se vive en este pequeño y meridional pueblo italiano situado en lo alto de una montaña amarilla cuyo nombre es Polla. Nombre -para mí como española- curioso y chocante donde los haya, que proviene de Insteia Pollae, la consentida e imagino que insomne hija de un cónsul Romano, que allá por el siglo IV a. C. se hizo regalar una montaña amarilla que olía a sueño, con el único propósito de pasar durmiendo en ella sus veranos.
17 comentarios:
Interesante articulo compartes en tu esapcio.. me gustaría conocer el pueblo..
Gracias por compartirlo
Un gusto leerte
Saludos fraternos
Un abrazo
Por lo visto fueron muy descansadas las vacaciones y eso es buenísimo...
Lo mejor de las vacaciones, son esas siestas después de almuerzo, cuando despiertas sin saber que hora es...
Lo malo es volver al trabajo inmediatamente, deberían darte un tiempo para asimilar la perdida de sueño, ir bajando lentamente de 14 - 12 - 10 - 8 - 6 y por ultimo las 4 horas diarias...
Bonito pueblo... comparte algunas fotitos para conocer mejor el lugar, por favor...
Me gusta.
Querida Sonia:
Tú sabes que he leído y leo todos tus relatos e historias, que me suelen gustar mucho y que eres una de mis escritoras favoritas (no tengo muchas ;=)).
Pero cuando he leído esta pequeña y magnífica descripción que haces de este mágico lugar con tan simpático nombre, Polla (supongo que en italiano suena "Pola"...), sencillamente me he quedado EXTASIADA, no sólo por lo que cuentas que es adorable, sino sobre todo por CÓMO LO CUENTAS. NUNCA, HASTA AHORA, HABÍA LEÍDO ALGO TUYO TAN HERMOSO Y CON DESCRIPCIONES TAN ACERTADAS Y SUBLIMES, ¡creas en el lector, mecáchis, las ganas casi inmediatas de ir a este mítico y mágico lugar, de introducirse en su apacible y casi onírico ambiente, de comer unas deliciosas cipollas regadas aceite de oliva y orégano o unos tomates con mozarella... ;=O!!
Creas unas imágenes tan precisas con estas fabulosas descripciones, que inmediatamente nos llevas de la mano a dormir una siesta de tres horas para despertar con el soniquete de sus juguetonas campanas...
¡Es, casi, casi, de las pocas veces, te diría yo, que te percibo contando una historia con tan magníficas descripciones que nos hacen dar un paseo virtual por Polla, olerla, escuchar su paz dilatada y de ensoñación y observar a las viudas desdentadas...;=))
¡Fíjate si me ha gustado tu pequeña historia, que se la he leído a mi marido para compartir este entrañable pueblo con él (le encanta Italia...) y también le ha gustado mucho tu forma de contarlo!
Sonia, creo que en este lugar tan mágico, no sólo has disfrutado de su infinita y lenta cadencia, creo que te has traído la habilidad para contar historias DESDE LO MÁS PROFUNDO DE TU CORAZÓN que no hacen más que confirmarme:
¡QUÉ ERES UNA EXCELENTE ESCRITORA!!
Sonia, nunca dejes de escribir, ¿me lo prometes bambina?
Un abrazo desde mi cuore al tuyo.
Hola a todos y muchísimas gracias por vuestros comentarios!
lapiz0, en cuanto tenga un tiempo para descargarme las fotos al ordenador colgaré algunas fotillos más del pueblo, que es precioso. Tienes razón que la primera semana de trabajo es la peor...
Mar, me alegra muchísimo que te haya gustado esta pequeña descripción y sobretodo que haya conseguido llegarte tanto, a tí y a tu marido. Se trata de la descripción del pueblo del mío, un pueblecito lleno de historia (se han encontrado incluso restos prehistóricos en una de sus grutas), y sus iglesias, castillos, conventos y edificios son verdaderas joyas.
A mí me inspira muchísimo para escribir, sobretodo en invierno, al lado de la chimenea con un frio que pela fuera de casa. Gracias de nuevo por tu comentario y por los ánimos que me das. Por supuesto que te prometo que nunca dejaré de escribir, no podría!
Otro abrazo enorme, bella.
(Por cierto, sí, en italiano se pronuncia Pola, menos mal!)
Huele a sueño ... Y lo leo una noche más de insomnio mortificante. Necesito datos más precisos para llegar hasta allí. Por favor.
Una montaña amarilla que huele a sueños.... qué bonito lugar. Muy buen relato, Sonia. Me ha gustado mucho tus dotes de observación y la forma en cómo afilas el lápiz para hacernos ver aspectos de la realidad o la fantasía que sólo los buenos escritores saben ver...
Un saludo
¡Hola Sonia!
Visito tu blog por primera vez, sino me equivoco.
Y me llevo grata sorpresa...por tu forma de escribir!
También investigaré sobre este pueblo de curioso nombre...
Un fuerte abrazo!!!!!!!!!
Iván
Sonia, qué bonitas descripciones haces, no he necesitado desear estar allí porque tu relato me ha trasladado de inmediato... has hecho que vea esos colores, que saboreara esos aromas y hasta he deseado dormir la siesta.
Yo también soy una enamorada de Italia
Felicidades
Un saludo
Rosa.-
buen blog, lindo post
Una descripción maravillosa de un lugar mágico. Gracias por regalarnos esta nota, me das una razón más para amar a Italia ;)
Muchísmas gracias a todos, me alegra que os haya gustado. Un beso.
Sonia, precioso, precioso. Estoy de acuerdo con Mar.
Hay alguna de tus entradas, como ésta, que me llega al fondo, que me encanta, que me inspira y que refleja este estilo tan tuyo, cada día mejor.
Piropos aparte, adoro Italia, mi hija es mitad italiana, muy del sur, más meridional imposible.
Un abrazo.
Es una descripción muy sugerente; muy buena atmósfera, Sonia. Este verano he pasado por Italia, pero ha tenido más a ver con el "vaaaaamooosss... hagan sus compraaaass" del "dulcolaxo", que con el dulce hastío del que huye del calor en el pueblo que describes. De ese pueblo se puede decir, sin duda, que es la "pola".
Gracias por este comentario a mi viejo le hizo muy bien ver una historia de su tierra natal,Polla,ya que el tubo q venir a la Argentina por la guerra a los 6 años,le trae mucho melancolia,gracias
Hola Anónimo,
muchas gracias a ti por el comentario, me alegro mucho de que a tu viejo le haya gustado mi pequeña descripción, la verdad es que es un pueblo con magia. Yo justo acabo de volver de pasar la semana santa allí...
Si quieres saber algo más del pueblo o preguntar lo que sea, dime y yo se lo pregunto a mi marido, ahí casi todo el mundo se conoce...
Un beso
Me tiene intrigado lo de "citta' del libro".
Publicar un comentario